martes, 17 de enero de 2012

La carrera a la silla presidencial: El por qué todos los candidatos apestan igual. Parte 1

Aún faltan varios meses para las elecciones presidenciales del 2012 y ya empezaron los dimes y diretes entre políticos y seguidores. Con la misma pasión con la que un pambolero defiende los colores de su equipo, ves a gente defendiendo los colores de su partido. Y del mismo modo, te quedas con ese extraño sabor de boca de que todos ellos creen ingenuamente en un sistema que está contaminado hasta sus raíces.

Pero dejemos la ingenua manada polaca a un lado y planteemos la reflexión que es central a estos posts. ¿Realmente hay algún candidato "bueno" por el que nos convenga votar este 2012? De una vez les adelanto, sigan esperando. Porque desde donde estoy parado, lo único que cambia es el látigo con el que azotarán esta tierra. Si les soy sincero, siento como si me estuvieran haciendo elegir entre uno de los jinetes del apocalipsis.

" Veamos... ¿escogeré hambre?... no quizá sea mejor guerra... ¿ o muerte acaso?... ¿qué me dicen de peste?, no hemos tenido de eso en mucho tiempo."

Y siguiendo en esa alegoría, así suenan aquellos que creen que defienden a sus candidatos con vehemencia:

"Yo digo que la verdadera solución la trae hambre. Los otros sólo quieren traernos sufrimiento, pero hambre nos guiará a un camino de prosperidad."

"¿De qué hablas? Hambre es un pésimo candidato. El verdadero cambio lo traerá peste. Hambre sólo dice mentiras y al final verás que resultará igual que como ha sido guerra. Si quieres que el país cambie de verdad, peste es nuestra única opción."

En fin, volviendo a lo que los traje, aquí discutiré a los candidatos. No por lo que proponen, ya que eso seria completamente ocioso. Después de todo, si leemos las propuestas de cada uno de los partidos y candidatos, todos prometen una cosa completamente distinta a lo que hacen. En lugar eso, me distraeré en ver qué tanto han fallado ya, sin siquiera haber alcanzado la silla presidencial.

Enrique Peña Nieto.

Explicar por qué este candidato es malo es como explicar por qué no es buena idea poner la mano en el fuego. Un hombre con más gel que cerebro en la cabeza, parece el acompañante perfecto de a quien llamaremos la Barbie primera dama. Representando los ideales caducos de un partido que sigue esperando la renovación que lo salvaría de la muerte en un siglo en el que ya no pertenece. Tenemos en él, al macho mexicano, homófobo, estrella de telenovela e ídolo de los ignorantes. La desgracia: en México hay muchos de esos y eso lo convierte en un candidato fuerte.

Peña Nieto ha alcanzado mucha notoriedad al no ser capaz de dar el título de tres libros. Aunque en el fondo no veo la razón de tanto drama, si en este país se leen 2.9 de ellos al año. ¿Acaso dicen que la presidencia no debería estar al alcance del mexicano promedio? Tampoco creo, francamente, que él haya matado a su esposa. Muchos llegaron precipitadamente a esa conclusión al ver su reacción en una entrevista. Si me preguntaran a mí, me parece más bien la reacción de alguien que ha sufrido una inconveniencia mayor. Un actor, que en un teatro bien montado y en una obra muy ensayada, le hubieran dicho que una importante pieza de utilería se ha roto. Caray, ahora hay que improvisar la obra en lo que la reescriben para prescindir de ella en lo que encuentran un reemplazo.

Peña Nieto me parece un candidato malo, aunque no por las mismas razones que expone la chusma paranóica y que francamente, en su mayoría tienen muchas dificultades para entender la forma en la que se sustenta una conjetura. Rayan en el nivel de aquellos que usan sombreros de papel aluminio para que la CIA no lea sus pensamientos y están convencidos que llegar a conclusiones infundadas de forma precipitada los vuelve más inteligentes que los demás.

Tomemos el caso de la muerte de su esposa. Presuntamente, a causa de un homicidio. ¿La explicación?, una sonrisa en una entrevista e ignorar lo que le ocurrió. Lo siento, pero eso difícilmente es una explicación. Sí, la entrevista demostró que a Peña Nieto le importaba un carajo su esposa. Pero no creo que fuera porque él la haya asesinado. Ya que de haber sido así, un séquito de encubridores habría ensayado con él cuidadosamente lo que tendría que decir. Porque si algo es seguro, es que lo que no tiene de cerebro, Peña Nieto lo tiene de marioneta eficaz. Probablemente el primer matrimonio de EPN, tanto como el segundo, no fue más que una impostura. Un esfuerzo por darle a l político una imagen favorable, como hombre de familia, padre comprometido, cabeza y líder de lo que llaman un núcleo de la sociedad. Pero siendo todo un teatro bien ensayado, la esposa hacía más las veces de utilería que de auténtica cónyugue. Y por ende, Peña Nieto no tendría porque manifestar ninguna clase de empatía. El problema: sobreestimaron la capacidad del precandidato cuando lo dejaron acudir a la entrevista.

Peña Nieto es un excelente candidato para los reaccionarios. Quizá el PRI no nos dé un México próspero, pero por lo menos nos dará un México donde uno puede viajar en la carretera sin preocuparse por los retenes militares, la violencia excesiva, (solo aquella con la que estemos familiarizados y nos resulte tolerable quedará), donde entierren a los muertos en fosas clandestinas en lugar de colgarlos en donde todo mundo los vea y donde el narco y la violencia vuelvan a ser esos cuentos distantes y casi ajenos a nosotros. Dicen por ahí que más vale bueno por conocido que malo por conocer y ahí es donde el PRI ha encontrado una coyuntura idónea para acomodarse. Para volver a ser la primera fuerza política del país.

Quizá no haya tanto de qué preocuparse por lo estulto que es Enrique Peña Nieto. Dudo que sea quien nos gobierne. Más bien se trata de una marioneta propulsada por intereses que probablemente rebasen su compresión. Si llega a la presidencia, tendremos un sexenio lleno de momentos irrisorios, producidos por su iniciativa o por la aparición de eventualidades que no fueron abarcadas en los ensayos que tendrá con sus titiriteros. No tendremos un gobierno bueno, pero tampoco uno insoportablemente malo. Después de todo, llevamos más de 70 años tragándonos lo mismo ¿no?


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